Día Mundial del Corazón

CUIDAR A QUIENES NOS CUIDAN: EL CORAZÓN EN LA PDI

En Chile la primera causa de muerte es el Infarto Agudo de miocardio por cuanto en el día mundial del corazón me permito hablarles como cardiólogo, pero sobre todo como alguien que comprende lo que significa trabajar con el reloj en contra. Ustedes viven en un terreno donde la adrenalina no es esporádica: aparece en el operativo, en la conducción larga, en la audiencia que se extiende, en la noche que se hace día. El corazón ese músculo silencioso que rara vez pide atención aprende esas mismas rutinas y, con el tiempo, también se cansa. Mi propósito hoy es sencillo: mostrarles cómo cuidarlo sin que pierdan su norte operativo. No vengo a sumar obligaciones; vengo a ordenar lo que ya hacen para que cuente a favor de su salud.

Empiezo con una escena real. Noche de turno: una detective llega a urgencias con fatiga, algo de náuseas y un dolor que no sabe bien si es del estómago o del pecho. “Debe ser estrés”, piensa. El ECG es poco concluyente, la troponina inicial es normal y ella insiste en volver al cuartel. Lo que ocurre después lo sabemos: la medicina no son fotos, son películas. A la segunda toma, los exámenes cambian; el cuadro también. No les cuento esto para asustarles, sino para fijar una idea: en cardiología, el tiempo es un tratamiento. Reconocer temprano y actuar sin culpas ni excusas salva vidas, carreras y familias.

¿Dónde empieza la prevención? En reconocer el mapa del riesgo. La hipertensión que rara vez da síntomas, el colesterol que sube en silencio, la cintura que suma centímetros cuando los turnos desordenan la comida, el tabaco incluido el vapeo que parece calmar, pero va estrechando las arterias hasta ocluirlas, el sueño fragmentado que enciende la presión y apaga el control del apetito. Nada de esto es “culpa” de ustedes; es el peaje de una profesión exigente. La buena noticia: el mismo rigor operativo que aplican a un caso puede aplicarse, con mínimas adaptaciones, a su salud cardiovascular.

Pensemos como ustedes: por objetivos, con procedimientos y con cadena de custodia.

Objetivo 1: Medir para decidir

Una vez al año y, si ya tienen diagnóstico, según control tomen sus constantes y exámenes básicos: presión arterial, perfil lipídico, glicemia o hemoglobina glicosilada, peso, talla y perímetro de cintura. Con esos datos calculamos riesgo a 10 años y fijamos metas. La regla es operativa: lo que no se mide, no se mejora. Si el LDL está alto, lo bajamos. Si la presión supera 140/90 en mediciones repetidas, actuamos. Si la hemoglobina glicosilada roza el umbral, frenamos a tiempo.

Objetivo 2: Comer con estrategia de turno

No hablo de dietas imposibles, sino de logística nutricional que calce con su servicio. Regla 3×3: tres comidas principales y tres colaciones pequeñas. Plato operativo: ½ verduras, ¼ proteína (pescado, pollo, legumbres) y ¼ carbohidrato complejo (quinoa, arroz integral). Agua a mano; bebidas azucaradas no, mejor tome agua. El cuerpo no negocia con ayunos largos seguidos de atracones: cada desbalance empuja la presión y la glucosa hacia el lado equivocado.

Objetivo 3: Moverse, aunque el día no quiera

Sé que no siempre habrá una hora libre. Entonces usamos la herramienta más subestimada: micro pausas activas. Cinco a diez minutos cada dos o tres horas: subir escaleras, caminar el perímetro, diez sentadillas y diez flexiones apoyadas. Estas estrategias, baja la presión, mejora la glucosa y despeja la mente. ¿Pueden sumar 150–300 minutos semanales de ejercicio moderado y dos sesiones de fuerza? Excelente. Si no, cada micro pausa vale y se acumula.

Objetivo 4: Dormir para reparar

La cronodisrupción de los turnos es real. Defendamos el sueño como defendemos la cadena de custodia: ritual pre-sueño (luz baja, sin pantallas la última hora), siesta estratégica de 20–30 minutos antes del turno nocturno, café cortado seis horas antes de dormir, blackout en la pieza. El sueño no es ocio: es terapia antihipertensiva y antimetabólica.

Objetivo 5: Estrés que no se acumula

La exposición a violencia o escenas críticas deja huellas. Técnicas simples inhalar 4 segundos, exhalar 6, por 2–3 minutos bajan el tono simpático más que una arenga. Y cuando no alcanza, el apoyo profesional debe ser un camino despejado, sin estigma. Pedir ayuda es una decisión de alto rendimiento, no un signo de debilidad.

Ahora, hablemos de procedimientos. En su mundo, un protocolo claro evita errores. En el mío también.

  • Síntomas de alarma: opresión o dolor en pecho, disnea súbita, sudor frío, náuseas, mareo, dolor que corre a brazo, mandíbula o espalda. En mujeres y jóvenes, puede presentarse como fatiga intensa, malestar epigástrico o disnea aislada.
  • Principio de seguridad: si hay duda, hay traslado.
  • ECG en 10 minutos al llegar al servicio. La primera troponina puede ser normal: se repite según protocolo. No se vayan sin una explicación coherente del cuadro y un plan de control.

Cadena de custodia también significa trazabilidad. Igual que en una evidencia: todo debe quedar registrado y disponible. Las jefaturas pueden transformar la cultura con gestos simples: agua y fruta en reuniones largas; pausas activas en el briefing; rotación de tareas cuando asoma la fatiga. La institución, por su parte, puede asegurar un examen anual robusto, un programa de acondicionamiento adaptado a turnos, un casino con alternativas saludables y un tablero visible de indicadores: presión controlada, LDL en meta, abandono de tabaco, capacidad aeróbica estimada, ausentismo por causas cardiovasculares. Lo que se muestra, mejora.

Sé que muchos se preguntan por los fármacos. Son herramientas valiosas cuando están indicadas antihipertensivos, estatinas, antidiabéticos, antiagregación, pero su eficacia real en la vida cotidiana depende de la adherencia. Y la adherencia, en turnos variables, se construye con esquemas simples, recordatorios y controles programados. No buscamos menos pastillas por sí mismas; buscamos menos riesgo.

Permítanme volver a la detective de la primera escena. Volvió al servicio, la reevaluamos, repetimos exámenes, afinamos el diagnóstico y actuamos a tiempo. Al alta, acordamos un plan: medir, comer con estrategia, micro pausas, sueño defendido, manejo del estrés, controles programados. Meses después, sus números son mejores y, lo más importante, su energía también. Nada heroico; disciplina aplicada con inteligencia.

Si tuviera que condensar todo en una sola idea sería esta: cuiden su corazón con la misma rigurosidad con que cuidan la evidencia. Midan, documenten, apliquen protocolos simples, revisen resultados y ajusten el plan. La prevención cardiovascular no compite con su misión; la hace posible. Cuidar su corazón es, en los hechos, cuidar la seguridad de todos.

Gracias por lo que hacen cada día. Y recuerden: cuando se trata del corazón, el mejor operativo comienza antes de la emergencia.

 

Dr. Marco Coello

Subespecialista en Cateterismo Cardiaco y Cardiología Intervencional.

Especialista en Cardiología Clínica y Medicina Interna.